Está claro que las finalidades de la
escuela dependen del contexto social e histórico. Por ejemplo, en la
década de los cuarenta la única función que tenía era la de
instruir y adoctrinar (políticamente, además), la de inculcar y
transmitir unos conocimientos que posteriormente habían de ser
memorizados por los alumnos.
Lejos de esta “escuela tradicional”,
por suerte, hoy en día hay un gran debate sobre cuál es o cuál
debería ser la verdadera finalidad de la escuela. Todo el mundo
parece coincidir en que, sin duda, su función básica es la
“formación integral” de las personas. En Zabala y Arnau (2009)
este término se define como el formar a las personas en todas
aquellas competencias imprescindibles para su desarrollo personal,
interpersonal, social y profesional. Esto implica que la escuela
tiene que cumplir una función orientadora a nivel individual, puesto
que ha de facilitar a cada alumno los medios para que puedan
desarrollar estas competencias según sus posibilidades.
Como inciso, diré que esta vertiente
más individual del concepto “formación integral” me hizo
recordar un diálogo que había oído, no sé bien dónde, hace
tiempo:
- Señor X, le informo de que su hijo ha sacado un 4 en matemáticas y un 10 en plástica. ¿Qué piensa hacer al respecto?
- ¡No me diga! Pues... supongo que lo apuntaré inmediatamente a clases de repaso.
- ¡No sea necio y apúntelo a dibujo! Todos valemos para algo, pero no todos valemos para todo.
A pesar de las claras ventajas que
tendría o tendrá la aplicación de esta formación integral, la
escuela deberá tener en cuenta algunos puntos clave: los
“contenidos” teóricos tendrán que convertirse en “competencias”
(capacidad de realizar una tarea de forma eficiente), ya que ha
quedado demostrado que aprender la teoría no garantiza realizar bien
la práctica; la formación de las escuelas deberá ser más
“profesionalizadora”, en vez de ser una enseñanza meramente
“preuniversitaria”, puesto que no todos los alumnos accederán a
la universidad y cada vez más se requiere de profesionales de otros
sectores bien cualificados; el gobierno debe garantizar que todos los
agentes de educación formal, informal y no formal sigan esta línea
“integral”; y, por último y a mi parecer el más importante, la
escuela deberá garantizar el aprendizaje de “valores morales”,
para tratar de compensar la no inculcación de éstos en algunas
familias.
En cualquier caso, compensará el hacer
frente a estos inconvenientes, aunque exijan mayor tiempo y
dedicación, puesto que, bajo mi punto de vista, la manera de formar
de la escuela ha de ser necesariamente integral y a de estar adaptada
a las necesidades y particularidades de cada alumno. De este modo
estaremos a personas conscientes de su valor propio y capaces de
pensar por sí mismas, no capaces de acumular y reproducir
contenidos. Y es que, como dijo Michel de Montaigne, “Una cabeza
bien formada será siempre mejor y preferible a una cabeza muy
llena”.
Ejemplo práctico de "educación activa"
https://youtu.be/YYuXTlp61g0
https://youtu.be/YYuXTlp61g0
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